1. Menos es más.
Parece una tontería, pero es lógico: cuanto más pequeño es un espacio, menos hace falta para llenarlo. Sabemos que, sobre todo en una mudanza, se te hace difícil deshacerte de tantas y tantas cosas que llevas guardando durante años. Pero sé realista: la mayoría de las manualidades que hiciste en el colegio ya no te van a servir para nada. Y menos aún te va a aportar el horóscopo de tus primeras revistas adolescentes. Hay una sencilla razón para deshacerse de todo ese lastre, y es que por muy dura que sea la despedida, luego no vas a echar nada de menos, porque, insistimos, son cosas que NO necesitas. Respira, que la vida sigue.
2. Invierte en muebles de doble función.
Ya lo hemos comentado, pero insistimos. Una buena opción son los otomanos, pero no los del imperio turco no, sino los baúles acolchados que también sirven para sentarse y que se suelen poner a los pies de la cama. A esos nos referimos. La parte superior de la nevera o de los muebles de la despensa también sirve para guardar cualquier cosa relacionada con electrodomésticos, utensilios de cocina y de limpieza. No os lo decimos más: se le coge el gusto rápido a los muebles que se pueden utilizar de varias maneras diferentes.
3. #Hashtags por doquier.
Si eres de los que utiliza cajas, cajones, baúles y todo un ejército de contenedores de toda raza y especie para almacenar con el fin de “quitar cosas del medio”, te recomendamos el uso de etiquetas. Organiza todo lo más específicamente posible y asigna etiquetas diferenciadas y reconocibles a cada paquete para que no tengas que abrir y rebuscar en todas las cajas cuando vayas a buscar lo que necesitas.
4. Por detrás también vale.
Y sí, nos referimos a la parte de atrás de las puertas. Nunca vienen mal unos buenos ganchos en los que colgar una zapatera, la ropa que nos vamos quitando o la que nos vamos a poner al día siguiente en la puerta de nuestro dormitorio. De la misma forma se pueden colgar las toallas y albornoces tras la puerta del baño, o los cachivaches de la cocina en el interior de las puertas de la despensa.
5. Mantener los asientos en posición vertical y la mesita plegada.
Tener cosas siempre por el medio es lo que hace que una casa (grande o pequeña) se vea desordenada. Por lo tanto, regla de oro: mantener todas las superficies despejadas. Convierte en una rutina diaria limpiar sillas, mesas y encimeras de trastos, tirar los que no sirvan para nada y archivar lo que pueda ser útil. Aprovecha la tarde, cuando tengas un huequito libre, o por la noche antes de acostarte, y seguro que amaneces cada día de mejor humor viendo el panorama despejado.
En los espacios pequeños, al igual que en los grandes, también hay un lugar para cada cosa. Solamente hay que tener ganas y un poquito de ingenio para saber buscarlo ¡o redimensionarlo! Con estos 5 consejos y un poco de tu creatividad, puedes empezar a hacer de tu pequeño espacio un hogar en el que sentirte como en casa.